martes, 3 de abril de 2012

HABITANDO EN ÉPOCA DE TREMENDISMO

"Yo no soy malo, aunque no me faltaría razones para serlo,..." Así comienza una de las más reconocidas obras literarias de la literatura española, y esa es una de las frases que me hace evocar los momentos de tremendismo que suelen experimentar muchos grupos humanos. Hace bastantes jornadas que no me reposo en el diván de mi psiquiatra que es La Garita de Concha Espina, ocupación diaria, enfermedad, depresión o abatimiento de ver que el discurso futbolístico siempre navega arriba y abajo por el mismo riachuelo; el tema arbitral. 

Algo que se vuelve profundamente soporífero a la par de estúpido. Estarán conmigo o no que muy pocos reconocerán legítima la victoria del rival, o séase, negarán la mayor y se la achacarán a factores que no son los suyos propios, de esa droga nadie se va a quitar. Seguramente pierda adeptos, pero este espacio de opinión no solo está abierto para aquellos que sepan leer, sino para aquellos, los pocos, que entiendan que una de los pilares del fútbol es la trampa y el error humano que se pasea por barrios y que no llora siempre en los mismos ojos. Porque pitar un penalti, expulsión o fuera de juego es algo que como la suerte viene y va, te da y te quita, y en el largo plazo todos acabamos con saldo a cero. En el último análisis desmenuzando la actualidad el Real Madrid se colocaba primero diez puntos por encima del segundo, y tres semanas después el perseguidor le ha conseguido remontar cuatro puntos.

Me gustaría destacar tres partidos, Málaga, Villarreal y Osasuna. En el primero todo marchaba viento en popa, una primera parte afligida por ambos que dada la condición de visitante adjudicaremos al Málaga de Pellegrini, pese al gol de Benzema. Y una segunda en la que el Real Madrid tuvo a su rival en la lona continuamente no sabiéndole rematar debido al fuelle flojo y a un inconmensurable portero. Dos penaltis que se van al limbo, (momento de haber) y una última falta rayando el final que el sonriente Cazorla la coloca por el palo de Casillas, de acuerdo, pero en un punto imposible de atajar.

El segundo partido fue otra copla, o quizás fue una continuación del martillazo sufrido dos días antes. El Real Madrid salió temeroso dudando de sí mismo, y cuando digo el Real Madrid me refiero, esta vez, a su técnico José Mourinho. En esos momentos el temor se plasma en la alineación de Khedira, Altintop, Coentrao y demás gandaina o mariposas estomacales. En esa versión el Real Madrid se vuelve pequeño, o el control pasa a estar en manos del rival (aunque no sea siempre asi). Ni siquiera en este biotopo los contraataques se hacen eficaces y pese a que el Real Madrid se pudo llevar los tres puntos solo el gol de Senna ante la peor barrera colocada de la historia, le permitió sonsacar moraleja de lo sucedido. Decir que el partido estuvo marcado por una jugada artística de uno de los mejores media puntas de Europa, Mezut Özil, que juega a ni frio ni calor independientemente de cuál sea el contexto. Pero también marcado por dos penaltis cometidos al Villarreal que se vuelven en esta jornada al limbo (momento de debe). Entre toda esta oleada el árbitro centró sus ojos en las aéreas técnicas y no en las aéreas de juego. Las aéreas técnicas son como el Saloon del lejano oeste, habitado por gente de mal vivir y bajos principios; tercer arbitro, delegados de campo y equipos, fisioterapeutas y demás personal desdichado. Luego lo acaecido en las aéreas técnicas se traslada al campo de juego, de ahí a los túneles de vestuarios y de ahí a los despachos inundando portadas y chismes. Porque este es el futbol de los chismes que alimenta a los más ingratos, al forofo y a quienes de futbol no tienen ni idea. El Real Madrid se encuentra con el 1-1 y José Mourinho decide dar la bienvenida a la violencia estructural que muchas veces destapa y que los enemigos pretenden hacerlo cotidiano a todos los partidos y no es así. Sería injusto marcar al Real Madrid con esa vitola y no con la de los 100 goles cosechados hasta la fecha, sería injusto quedarnos con los gestos de Cristiano y no con sus goles muchos y de bella factura, sería injusto aunque ya irremediable quedarnos con la salidas de banco del entrenador portugués y no con sus muchas y buenas estrategias de juego y liderazgo que impregna en sus equipos.

En el partido de Osasuna marcado a fuego por todos, el jardín floreció, se optó por un centro del campo aseado y de olor a limpio; Granero, Xabi Alonso, Özil Cristiano Ronaldo, Benzema e Higuaín en punta. Alineación de partitura que suena a Vivaldi y sabe a gloria. Quedan dos obstáculos difíciles más cualquier contratiempo que pueda surgir, el del Athletic de Bilbao de Llorente, (no el de Toquero en el Nou Camp) y el glorioso Atlético de Madrid de Simeone.
Pero sobre todo quedan las ganas de disputar este campeonato nacional de Liga, a sabiendas que será largo y difícil, nunca nadie lo ha puesto en duda pese al discurso adulterado y amañado de Pep Guardiola, que ni merece la pena comentar.
Se cuenta con un escritor que lo interpreta Camilo José Mourinho, digamos, y con una gran familia la de Pascual Duarte,...Que no son malos, aunque no les faltarían razones para serlo,…Como todo el mundo, supongo.  

Un abrazo.